viernes, 16 de marzo de 2007

El rio tranquilo




5.1.06




5.1.06




En primavera y otoño, todos miraban al cielo con miedo; en cuánto veían demasiadas nubes, temían oir la caracola , indicando que ya llegaba, o , la campana de la catedral,sistema de aviso también . En cuánto ésto ocurría, o antes, si acaso alguien había conocido la situación por algún otro medio, empezaban a reunir todo lo que poseían, incluyendo por supuesto los animales y a meterlos dentro de la casa, y , se empeñaban duramente en proteger cómo mejor pudiesen las pobres paredes de adobe de sus hogares; ya sólo les quedaba rezar , esperando que no llegara a dónde ellos estaban y se llevara todo lo que tenían , que solía ser muy poco, pero no podían perder ni uno sólo de sus animales ,ya que de ello dependía no sólo sacar algún dinero extra, además de aportar gran parte de la comida necesaria para todo el año; lo mismo con sus tierras, de las que vivían , pobremente , pero vivían ; si se perdían las tierras, adiós también a esa cosecha, adiós al dinero que les podría reportar el limón, la naranja, o las verduras, las cuáles necesitaban para comer, junto con los animales que criaban. No siempre había suerte y no les tocaba a ellos. Por desgracia, en demasiadas ocasiones, el ruido era cada vez más fuerte y entonces ya sabían que todo estaba perdido, y que sólo podían esperar que , si podían subir al tejado , consiguieran aguantar hasta que alguien les salvara, siempre y cuándo, el agua no destruyera además la casa. El agua , tan deseada todo el año, tan escasa algunos de esos años, y que tan cruelmente les castigaba otras veces. Mi abuela recordaba con terror muchos de esos momentos; cuándo recogían sus animales, y algunos no podían sobrevivir pese a sus intentos; contaba lo que supuso perder a una cerda que ya estaba a punto de tener sus crías cuándo se ahogó en una de esas riadas; mi abuela siempre lloraba al contarlo, era demasiada la pérdida, ya que perdían demasiado con ello, suponía un ingreso notable, si hubieran podido nacer, y más tarde, tras criarlos ,venderlos, pero no pudo ser. El barro acumulado en torno a los frutales, impedía que crecieran bien, y era un auténtico destrozo en las tierras. Y, sólo les quedaba, volver a empezar, con lo poco o nada que les había dejado la riada.Hace unos años, se decidió poner unas presas en el río, además de encauzarlo , enderezando tramos para ayudar a evitar esas riadas. Así, mi pueblo, rodeado en parte por un meandro de este rio, pasó a tener una parte al otro lado y otro tanto les pasó a los vecinos de enfrente, y ahora , el rio baja en linea recta en esa zona. Está arreglado todo ello, incluso hay un buen tramo desde la capital preparado como carril-bici, y por todo ese lado, y por el que da a mi pueblo, se disfruta de una buena visión de un rio ahora tranquilo. Quienes antes siempre, por estar muy cerca , sabían que se les inundaría todo, ahora, disfrutan de un sosiego que siempre se alteraba al llegar las nubes en primavera y en otoño, habitualmente, demasiado habitualmente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué miedo debía pasar tu abuela cuando ocurría esto y además desesperante porque me imagino que, una vez que se pasaba la inundación, quedaría todo hecho trizas...La verdad (y para serte sincera)es que nunca me había parado a pensar que en España, pasara esto, te lo agradezco. Afortunadamente, ya no ocurre.

luz de gas dijo...

Eran épocas duras, para todos , pero aquí pasamos de sequía a inúndación, aunque ya ésto se arregló cómo cuento, y, cómo apenas llueve, pues solucionado. Pero en las épocas de posibilidad, cómo antes, aún nos acordamos bien. La última que recuerdo, fue por el 82, creo, y faltó poco para que sse desbordara en mi pueblo, hubo en otras zonas, pero allí estábamos con un buen susto. Saludos